sábado, 17 de septiembre de 2011

Islandia: La Revolucion Silenciosa

 

¡Viva Islandia!

Islandia: un modelo silencioso, sin televisación.

Un programa radial italiano hablando sobre  la revolución en curso de Islandia dijo es un ejemplo impresionante de lo poco que nuestros medios de comunicación nos dicen sobre el resto del mundo.

Los estadounidenses pueden recordar que al inicio de la crisis financiera de 2008, Islandia, literalmente, se declaró en quiebra. Las razones se mencionan sólo de pasada, y desde entonces este miembro poco conocido de la Unión Europea volvió a caer en el olvido. Como los países europeos caen uno tras otro, poniendo en peligro el euro, con repercusiones para todo el mundo, la última cosa que los poderes desean es que el caso de Islandia se convierta en un ejemplo. 

He aquí por qué: Cinco años de un régimen puramente neoliberal había hecho de Islandia, (población de 320.000 personas, sin ejército), uno de los países más ricos del mundo. En el año 2003 todos los bancos del país se privatizaron y en un esfuerzo por atraer inversionistas extranjeros ofrecieron préstamos en línea, cuyos costos mínimos les permitió ofrecer tasas relativamente altas de rendimiento.

Las cuentas, llamadas “Icesave”, atrajeron a muchos pequeños inversores ingleses y holandeses. Pero a medida que las inversiones crecieron también lo hizo la deuda de los bancos extranjeros. En 2003 la deuda de Islandia era igual a 200 veces su PIB, pero en 2007 fue del 900 por ciento.

La crisis mundial financiera de 2008 fue el golpe de gracia. Los tres principales bancos islandeses, Landbanki, Kapthing y Glitnir, quebraron y fueron nacionalizados, mientras que la corona perdió el 85% de su valor con respecto al Euro. Al final del año Islandia se declaró en bancarrota.

Contrariamente a lo que se podría esperar, la crisis dió lugar a la recuperación de los derechos soberanos de los islandeses, a través de un proceso de democracia directa participativa que finalmente condujo a una nueva Constitución. Pero sólo después de mucho dolor.

Geir Haarde, el Primer Ministro de un gobierno de coalición socialdemócrata, negoció 2.100 millones dólares de préstamo, a lo que los países nórdicos agregaron otros 2.500 millones. Sin embargo, la comunidad financiera extranjera presionaba a Islandia para imponer medidas drásticas. El FMI y la Unión Europea querían hacerse cargo de su deuda, alegando que  era el único camino para que el país pague la deuda a Holanda y Gran Bretaña, que habían prometido  reembolsarla a sus ciudadanos.

Las protestas y los disturbios continuaron y, finalmente, obligaron al gobierno a renunciar. Las elecciones se adelantaron a abril de 2009, resultando una coalición de izquierda que condenaba el sistema económico neoliberal, pero de inmediato cedió a sus demandas de que Islandia debía pagar un total de 3.500.000 euros. Esto requiere que cada ciudadano islandés abone 100 euros al mes (o alrededor de  130 dólares) durante 15 años, el 5,5% de interés, para pagar una deuda contraída por el sector privado vis a vis. Fue la gota que colmó el vaso.

Lo que sucedió después fue extraordinario. La creencia de que los ciudadanos tenían que pagar por los errores de un monopolio financiero, que a toda una nación se le debe imponer el  pagar las deudas privadas se hizo añicos, se transformó  la relación entre los ciudadanos y sus instituciones políticas y, finalmente, condujo a los líderes de Islandia al lado de sus electores .

El Jefe del Estado, Olafur Ragnar Grimsson, se negó a ratificar la ley que hace a los ciudadanos de Islandia responsables de sus deudas bancarias y aceptó las llamadas a un referéndum.

Por supuesto la comunidad internacional sólo aumentó la presión sobre Islandia. Gran Bretaña y Holanda, amenazaron con represalias terribles de  aislar al país. Como los islandeses fueron a votar, los banqueros extranjeros amenazaron con bloquear cualquier ayuda del FMI. El gobierno británico amenazó con congelar los ahorros islandeses y cuentas corrientes. Como dijo Grimsson: “Nos dijeron que si nos negábamos a las condiciones de la comunidad internacional, nos convertirían en la Cuba del Norte. Pero si hubiéramos aceptado, nos habrían convertido en el Haití del Norte. “(¿Cuántas veces he escrito que cuando los cubanos ven el estado lamentable de su vecino, Haití, pueden considerarse afortunados?)

En el referéndum de marzo 2010, el 93% votó en contra de la devolución de la deuda. El FMI inmediatamente congeló sus préstamos. Pero la revolución (aunque no se televisó en los Estados Unidos), no se dejará intimidar. Con el apoyo de una ciudadanía furiosa, el gobierno inició investigaciones civiles y penales de los responsables de la crisis financiera. Interpol emitió una orden de detención internacional del ex presidente de Kaupthing, Sigurdur Einarsson, así como  de otros banqueros implicados que huyeron del país.

Pero los islandeses no se detuvieron allí: se decidió redactar una nueva constitución que libera al país del poder exagerado de las finanzas internacionales y el dinero virtual. (La que estaba en vigor se había escrito en en momento en que Islandia se independizó de Dinamarca, en 1918, la única diferencia con la Constitución danesa es que la palabra “presidente” fue sustituida por la de “rey”.)

Para escribir la nueva constitución, el pueblo de Islandia eligió a veinticinco ciudadanos de entre 522 adultos que no pertenecen a ningún partido político, pero recomendados por lo menos por treinta ciudadanos. Este documento no fue obra de un puñado de políticos, pero fue escrito en Internet. Las reuniones de los Constituyente se transmitieron  on-line, y los ciudadanos podían enviar sus comentarios y sugerencias, asistiendo al documento, que tomaba forma. La Constitución, que eventualmente surje de este proceso democrático participativo, sería presentada al Parlamento para su aprobación después de las próximas elecciones.

Algunos lectores recordarán el colapso agrario de Islandia del siglo IX que apareció en el libro de Jared Diamond, con el mismo nombre. Hoy en día, este país se está recuperando de su colapso financiero en formas que son del todo  contrarias de las que generalmente se consideraban insoslayables, como confirmó ayer la nueva jefe del FMI, Christine Lagarde, a Fareed Zakaria. Al pueblo de Grecia le han dicho que la privatización de su sector público es la única solución. Y los de Italia, España y Portugal se enfrentan la misma amenaza.

Se debe mirar a Islandia. Negarse a someterse a los intereses extranjeros: es el ejemplo de un pequeño país que indicó claramente que el pueblo es soberano.

Es por eso que no está en la noticias.

Via. Daylikos. Traduccion de Atilio Boron

Breve Recuento de los hechos:

Crisis de 2008


En 2001, el Estado islandés decidió desregular el sistema financiero con el consiguiente aplauso unánime de los tres principales bancos del país, a saber —ojo, islandés—: Glitnir, Kaupthing y Landsbanki. Durante la pasada década, una fiesta de la desregulación, el desmán financiero y la corrupción de la que ahora todos sufrimos la resaca, los tres bancos islandeses se dedicaron a trapichear con sus activos inflando una burbuja financiera que colocó a Islandia como uno de los principales puntos de inversión de las grandes entidades financieras europeas.
El país había vivido tradicionalmente de la pesca hasta que se convirtió en uno de esos paraísos en los que siempre merece la pena invertir, con un impuesto de sociedades entre los más bajos del continente. El truco era sencillo:

Usando sus participaciones como colateral, procedieron a pedir grandes créditos de sus propios bancos utilizándolos para comprar acciones de estos mismos bancos con lo que se disparó la cotización de sus acciones. En el tinglado participaron los tres bancos cruzándose préstamos y acciones entre sí consiguiendo así que dispararan las cotizaciones del conjunto.

El crecimiento de los bancos islandeses fue tal que a mediados de la década sus activos superaban ocho veces el PIB del pequeño país nórdico. Para que se hagan una idea, el volumen de los bancos irlandeses que tuvo que rescatar Irlanda era únicamente tres veces superior al PIB del país. El festín financiero convenientemente desregulado por su Gobierno continuó, se infló y ensució a un montón de británicos y holandeses por el camino hasta que a finales de 2008 la quiebra de Lehman Brothers hizo caer a los tres bancos islandeses.


Tras los bancos vino todo lo demás. Islandia estaba al borde de la bancarrota, una historia que sí fue contada. A finales de 2008, el FMI aprobaba un préstamo a Islandia que superaba los 2.000 millones de euros, algo aún insuficiente para hacer frente a la deuda contraída por la banca privada, que ascendía a los 3.700 millones de euros. Para entonces ya se habían nacionalizado los tres bancos y era el Estado quien hacía frente a la brutal deuda contraída principalmente con Reino Unido y Países Bajos.

Revuelta popular

Los islandeses, de natural pacíficos, ordenados y en absoluto beligerantes, comenzaron a protestar por una situación evidentemente injusta: se socializaban las pérdidas de tres bancos que en su día no repartieron los beneficios, la historia mil veces contada y mil veces permitida durante los tres últimos años del capitalismo. Las progresivas manifestaciones y caceloradas frente al Parlamento islandés provocaron la dimisión en bloque del Gobierno conservador de Geir H. Haarde. En febrero llegarían al poder los social-demócratas en alianza con los verdes, y durante todo el año 2009 la economía islandesa continuaría cayendo. La tasa de paro, que antes de la crisis se situaba en el 2%, crecía hasta el 8% y el PIB caía un 7%. No está de más recordar que Islandia ocupó el primer puesto del Índice de Desarrollo Humano durante 2005 y 2006.


La deuda contraída con Reino Unido y Países Bajos seguía ahí. En marzo de 2010 el Gobierno islandés llegó a un acuerdo con ambos países para devolver los 3.700 millones de euros adeudados por las entidades bancarias y perdido por los británicos y holandeses tras la bancarrota a finales de 2008 de los tres grandes bancos del país. Los islandeses salieron a la calle a protestar: no tenemos porqué pagar entre todos lo que deben los bancos, alegaron con mucha razón. En esta situación, el Presidente de la República, imaginamos que con gran carga de conciencia, decide convocar un referéndum para decidir si se devuelve el dinero o no.


Entre tanto Reino Unido amenaza con marginar a Islandia del resto de Europa si no devuelve el dinero. Ya había amenazado al país con aplicarle la ley antiterrorista: Islandia se había negado en un principio a pagar la deuda a los británicos, lo que conllevó el monumental cabreo de Gordon Brown y su equipo de gobierno. Muchos ayuntamientos de pequeños municipios ingleses habían puesto su dinero en las tentadoras manos de los prometedores bancos islandeses y ahora lo habían perdido. Algo realmente preocupante... para los británicos. No para los islandeses. En marzo de 2010 Islandia votó con una abrumadora mayoría NO a devolverle el dinero a Londres y Ámsterdam en las condiciones pactadas: una devolución total al 5'5% de interés en 15 años.
La banca había caído. Y nadie había acudido en su rescate con dinero público.
El pasado mes de diciembre, el Gobierno islandés y británico llegaban a un acuerdo dedevolución de la deuda mucho menos gravoso para los islandeses. Los intereses no superarían el 3%, la devolución se haría en un plazo de 37 años y en ningún momento podría superar el 5% de los ingresos del país. El referéndum sirvió para algo.


Las consecuencias


Es cierto, Islandia está lejos ahora de encabezar de nuevo el IDH. Pero comparativamente, está mucho mejor que Irlanda.

Sin embargo, tras dos años de duro ajuste que incluyeron la intervención del FMI, la economía islandesa, que ya salió de la recesión en el tercer trimestre (creció un 1,2% tras siete trimestres consecutivos de contracción), podría crecer un 3% este año. El país planea volver a los mercados de capital e incluso emitir en euros, algo que no hacía desde el año 2006, una muestra de la confianza recuperada en la economía y las finanzas del pequeño país nórdico.

Por supuesto, la no devolución de la deuda conllevó temporalmente la congelación de ayudas del FMI, aquellas que ascendían a 2.100 millones de euros en 2008. En cualquier caso, no pareció ser un gran problema para Islandia, que creció y sigue creciendo a mayor ritmo que la mayoría de los PIGS. La siguiente gráfica muestra el nivel de pobreza de Islandia e Irlanda. Irlanda, que ha hecho pagar las consecuencias de la crisis a todos sus ciudadanos, tiene un problema muy grave. Islandia, que ha puesto los intereses de sus contribuyentes por delante de los de la banca, comienza a mejorar.

Joseph Stiglitz, Nobel de economía:

Islandia hizo lo correcto asegurando que su sistema de pagos continuará funcionando mientras que los acreedores, no el contribuyente, asumió las pérdidas de los bancos (...) Por el contrario, Irlanda ha hecho todas las cosas mal. Es probablemente el peor modelo.

Antes del rescate del BCE, Irlanda era la niña mimada del Financial Times y de los mercados, ese intangible que nos domina. Irlanda avanza ahora en caída libre, su economía está intervenida y sus ciudadanos tendrán que pagar el desmadre financiero de sus bancos. Islandia, tras dos años de durísimo ajuste, comienza a ver la luz al final del túnel y, lo que es más importante, es dueña de sí misma.

    Via. milyunblogdepruebas

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